Omar Cid Maureira: 2007-07

20070717

Chiguayantejo II: Cantina


Dentro de la oscuridad del día, del frescor de la sombra del verano, me oculto incluso del aroma a sol, con el olor a vino que emana del suelo en mis pies, y de las garrafas semi abiertas.

Este escondite de sombras solo se hacia evidente por la luz blanca, que encandilaba desde la puerta de la cantina, y los centelleos que hacían los parroquianos al entrar y al salir. Los que se acercaban al mesón, buscaban el descuento, la venia de este barman de pacotilla, tan insulsos como ellos, y que solo tenia el poder de estar al otro lado del mezón. Desde ahí servía la caña, y cuando los pesos no alcanzaban la 'pituca'. Nunca supe como llegaba el vino al suelo, porque ellos al tomar el vaso, el único posible cuidado que tenían, y que estaba garantizado, era que no perdían ni una gota cuando se bebían su poción mágica.

Y la conversación seguía, se hablaba de fútbol, y política, de vecinos y amigos que ya no venían, se repetían una y otra vez las mismas historias, y repetian una y otra vez las mismas recomendaciones, las mismas inclinaciones aceptando la absolución, el ordenamiento de caballeros, y la unción para sacar adelante un descomunal proyecto, superar una gran dificultad familiar o cobrar esos putos pesos que debia el compadre.

Como en el infierno, en que se reitera, y reitera la misma película, los mismos parroquianos volvían, a juntarse, a encontrase, a conversar a escucharse, a darse las mismas soluciones, a reencontrarse, de la misma forma una y otra vez los mismos problemas, a encontrar las mismas soluciones maravillosas, o comenzar a aceptar que no se podía hacer nada. Y de vuelta la mundo de la luz, (aunque fuera de noche). Y así, volvíamos todos a beber y a juntarnos, a rejuntarnos en el mismo olor, a no salir de ahi, a contarnos y contar problemas, y grandes aventuras, a buscar las mismas soluciones, para volver al otro día a cumplir la misma condena, que ya a esta altura no sabía si estaba allá afuera en el mundo en la calle, o aquí dentro de esta oscura cantina.

(Enero de 1986. A los 16 años con un amigo atendíamos una cantina en Chiguayante, los fines de semana, un par de días a la semana)