Omar Cid Maureira: 2008-01

20080131

Natalma III: La tienda de perfumes.



Gaderian, en un momento de extraña lucidez, comienza ha hilar en su recuerdo sus últimos días. No le extraña caer en la cuenta que ha pasado un tiempo que no tiene relación con el tiempo del mundo, y aparece en su mente la imagen, como si fuera ayer, de si mismo caminando relajado y orgulloso una tarde soleada de primavera, recorriendo el mercado de Natalma; con su colorido, y intrincada pero entretenida ruta.

El Mercado de Naltama se extendía, por varios pasajes al sureste de la plaza mayor, por un costado los juegos, y al final el burdel, que él no esperaba visitar. El mercado era de un bullicio alegre, sostenido en la música que emergía de las tabernas y los aromas que se mezclabana comidas, animales, plantas y frutos exóticos de la región, y en raras ocasiones de mas allá. Gaderian lo recorría, justificándose, en la idea de enterarse de estado del ánimo del pueblo, de reconocer en ese frenesí y su tomar el pulso a la ciudad profunda, hasta ahora para si mismo, sin que a nadie tuviera que explicarle ese solitario vagabundeo.

Esa tarde, distraído llego a un recoveco iluminado y a tras mano, al que antes no había llegado en el mercado, se destacaba en ese rincón despoblado y alejado del bullicio, una tienda extranjera, de suaves tonos, y sencillamente adornada. En ella había una mujer, que ofrecía yerbas para liberar males, polvos aromáticos y pócimas para superar problemas del alma. Pero lo que más acerco a Gaderian era un suave aroma familiar, un indescriptible perfume que lo conectaba con imágenes placenteras de su niñez, con cortas escenas alegres con la naturaleza, con ínfimos espacios de texturas y colores en el cual, como antes quedaba cautivado.

Su cautiverio en silencio, su hipnosis, que no podía explicar, lo expuso ridículamente frente a la mujer que lo miraba, pero no lo interrumpía en su atónito acercamiento. Lo miraba igualmente sorprendida, ella bajo la mirada buscando en que frasco, o en que paquete había atrapado la atención del ilustre visitante.
Gaderian pregunta sin saludar: - ¿que es ese perfume?, ¿Dónde esta?. También buscando, con su mirada pérdida en el taburete de productos exóticos.

La mujer extrañada; busca nerviosamente algo lo más refinado y se lo acerca; pero al acercar su mano con la botellita, al rostro de Gaderian, él descubre en el instante, que el aroma se acerco a él aún más en ese gesto, y que estaba en la mano, en la piel de esa mujer.

Y le pregunta, ahora mirándola a sus ojos : - es él que traes puesto, es ese, ¿donde esta?.

La mujer, lo mira extrañada, y toma y le acerca un pequeño frasco sencillo y sin adornos, y le dice:
- Señor, esto lo hago yo misma, con yerbas y especias de mi tierra.

Gaderian, nervioso, lo quiero, ¿para que sirve?. Sin saber para que hace esa pregunta utilitaria y vanal.

Y escucha sin distinguir si era la voz de la misma mujer o de una niña, que le responde.
- Señor para que sus noches se llenen de recuerdos y ellos busquen sus sueños.

Gaderian, petrificado, se detiene en los ojos color miel, de la mujer, y no puede responder, un instante después recupera un atolondrado movimiento mecánico de su bolsa y saca monedas que superan el valor que indica la mujer. Y se aleja sin estar consciente de que ya no él mismo que entro esa tarde al mercado.

Esa noche, Gaderian, insomne, sostiene la esencia en sus manos, sabe que lo que acaba de soñar, esta relacionado con sus más profundos y persistentes sueños, pero también con lo que le sucedió ese día. No quiere una explicación, para aquella niña libre que quebraba la helada con sus pies, y se escondía del sol, sin alguien que la vigilara. Ese sueño no tenia explicación en él, y desde su ventana busca en los callejones dormidos el lugar donde podría estar la tienda extranjera, ya no buscando el perfume, sino buscando sin razón, a la mujer.

20080129

Prologo: Tras Kiel

Llegaron de improviso, rompiendo la puerta, y entrando dando vuelta cuanto mueble pudiere esconder hasta a un niño, con una agresividad desmedida sostenida en el miedo, en el terror.

Su madre se yergue tranquila y en silencio:
- Mi hijo no esta aquí, se fue hoy al amanecer, y no me dijo donde y tampoco le pregunte-.

Los Guardias Blancos, un poco aliviados y con un falso enojo por la contrariedad, siguen revisando; pero sabiendo que él no los estaría esperando, se retiran; y van hacia el Palacio con la certeza juvenil, de creer aún más en su leyenda, que de verdad se fue, no por ellos, sino que para no hacer más daño.

20080126

Natalma II: Kiel, el sobreviviente.



Kiel era el único hijo vivo de una mujer de un capitán de infantería, que guardaba las medallas y trofeos de la familia, en un pequeño baúl bajo su cama. Su triste figura, se iluminaba cuando le hablaba en las noches de lluvia a su pequeño hijo, de historias heroicas de su ascendencia, de comarcas que su padre visitaba, de las batallas ganadas bajo su dirección, y como villas se rendían solo a su porte y a sus fantasmas leales.

Eso era antes, ahora sin más hijos, sin hombre en la casa, se había empobrecido, vivía hacia dentro. El ejército apenas alimentado por la ciudadanía, menos tenía para ofrecer a una pobre viuda olvidada de un antiguo guerrero.

Kiel tenia la linaje natural de la lucha desde pequeño, la estirpe del honor hecho carne de un guerrero de batallas históricas, a pesar de su contextura delgada, fibrosa y su altura. Estaba cubierto de la carne suficiente, para no buscar un milagro, en su extraordinaria fuerza, empuje y destreza. Su madre agradecía, que a pesar de su sangre, no se habían dado las condiciones para que su hijo partiera naturalmente en busca de su vocación de combate, eso creía en su soledad y su lejanía, sin saber lo que se decidía en Natalma esos días.

Kiel, en su niñez entrenaba en el granero al cargar los fardos de alimento, en el molino reemplazando al animal que hacia girar la rueda, en el arado, en la picota, en todas esas labores, que las vecinas admiraban como la devoción ideal de un hijo a su madre. Pero Kiel en realidad jugaba a la guerra, la hoz era una espada contra los trigales, el arado un pesada catapulta, el molino un rueda de la muerte, en todas y en su imaginación estaba en la batalla. Incluso en sus tiempos de descanso, entrenaba con su espada los pasos y las figuras con enemigos espectrales, sobre los que luchaba denodadamente, y siempre en el juego buscaba perder, de esa manera, se levantaba y buscaba una forma insistente, un movimiento para desplegar su talento natural, para ganar contra su imaginación cada vez más poderosa.

En los torneos ganaba con facilidad, y si perdía, era en una larga y aburrida batalla en la cual el perdía antes la concentración, de esta forma se ganaba la admiración y vítores de sus amigos; mostraba la destreza con su espada, en una danza encantada conectada con los dioses, en que su cuerpo era tomado por una fuerza externa que formaba figuras que se desvanecían junto al fuego, y que los espectadores, si creían que así eran las batallas, bueno sería hermoso verlo luchar.

Otra cualidad de Kiel, era su humor, y que mostraba siempre cuando conversaba con sus contendientes mientras se batía, era común verlo sonreír, y hacer sonreír desde lejos a sus oponentes, eso más su danza y bromas, le ganaba la gracia de sus adversarios temporales.

Su espada remedada, y de segunda mano, pertenecía a un viejo capitán que admiraba y que se la dejo en herencia, y correspondía a una serie escasa de hierros sin joyas ni adornos, hechas por el herrero mayor ya muerto, que busco en el fragor de los pedidos, un modelo que se destacara por su liviandad, forma general estilizada y sobriedad; y que en su funda de cuero, luciera como conjunto sencillo y bello.

La gran mayoría de los combatientes como él, sabían eso, y su preocupación era la aleación y proceso a mano por el que estaban hechas, en donde se buscaba que aparecieran características únicas en su forma y desempeño que la hicieran complementarias a la destreza y fuerza de su dueño.

En general las espadas y sus escudos hacían referencias a las características de sus tenedores; y los que traían vistosas y brillantes armaduras a las competencias, en general hacían prever su derrota.

Una tarde que entraba en la noche, de viento tibio, y cielo cubierto, Kiel escucho el galopar de un filón de caballería, en la penumbra, supo que era parte del ejército que partía a una aventura, en su corazón no había duda, en su exiguo conocimiento reconoció en una bestia a Ursus. Hipnotizado por su indiferencia, y su porte, se puso de pie y entro a su casa derruida, sin hablarle a su madre que lo miraba atónita y que comprendía en silencio, salió con su espada, y su escudo de cuero, sin darse cuenta del pedazo de pan y carne ahumada que ella introdujo en su morral. No volvió la cara a Natalma, mientras se hacia la noche en el camino.

Arrepentido de no echarse encima más abrigo, Kiel se acerco a la avanzada para entibiar su cuerpo, moviendo las rocas y escalando para llegar primero a los miradores, facilito con su concentración y agilidad el cruce de las montañas, su animo ciego pero competente y leal, lo revelaron pronto frente a los ojos de Ursus, que ya no lo miraba con indiferencia. Lo llamo para acompañarlo en la delantera, honor que enorgulleció más a Kiel, sabiendo que eran pocos los valientes generales que iban al frente de sus fuerzas.

La detención, más que el mar, lo extrañó, buscaba la razón del rumor, en el escaso brillo que otorgaba el mar esa última noche, y en los que caían de rodillas en la arena o en el agua. También se puso de cuclillas, creyendo imitar a sus camaradas, esperando nuevas órdenes, pero percibió, en un sentido extraordinario, una amenaza en su espalda. Fue el primero que se dio cuenta de la emboscada, se irguió, giro su cuerpo hacia el monte y las sombras, desenfundo su espada, y al confirmar el ataque, se sorprendió al constatar que ninguno de sus compañero había desvainado o daba cuenta de lo que se venia. Nadie, solo él se preparaba para la defensa.

Sin temor, y honrando a su padre y abuelos, dio muerte, dando giros suaves y silenciosos, a varios de los que atacaban a sus compañeros, hasta que apareció un alfil blanco de espada entrenada, que lo ha visto a la distancia, este se abalanzo sobre él, eligiéndolo como al único que requería cierta habilidad para abatir.

Frente a frente, buscándose los ojos, Kiel reconoció a pesar del improvisado uniforme una figura familiar, no podía creer que luchaba contra su propio vecino Alón, amigo de torneos, venia hacia él con una orden superior en sus labios y en sus ojos, y él por su parte detenido en la arena, con el solo deseo de cumplir lo que llevaba en la sangre.

Lo que asomaba fácil, no lo fue, Alón, no portaba solo espada y escudo, y en su primer ataque le dice a media voz, mientras se frenaban cuerpo a cuerpo:

-¡abandonaste a tu madre, eres su único hijo¡-

Y Kiel lo empujo hacia la arena y se detuvo extrañado, así Alón saca de su costado estiletes y le lanza con increíble precisión, que Kiel evita con dificultad, y acomete Alón de nuevo enfurecido, Kiel retrocede y lo sostiene con su escudo mientras de nuevo lo empuja, mientras Alón le grita:

- abandonaste a tu dios, a tu gente, mereces morir¡¡¡.

Ya Kiel no sabia, que le dolía más, si el cansancio, o ver a sus compañeros morir a su lado, la mudez que lo rodeaba, o los cortes que le infería Alón, o sus palabras. En eso, no advirtió caer la red que lo embrollaa y lo hace caer al suelo, Alón ahora lo sostiene, y le señala:
- ¿no sabes que tu destino esta en Natalma?, eres un traidor, te falto corazón, y no tienes corazón por que no tienes Dios, esa es tu gran debilidad¡.

Kiel, mudo, atolondrado y asfixiado, recuerda de improviso a su padre, a su abuelo, abandonados por Natalma, y como si por la magia de milenios, su danza junto al fuego, o el hermoso movimiento de un animal que lucha por su vida, se restablece de un golpe, y hunde su espada fugazmente en el vientre de Alón, y lo ve caer, convencido que será su noche más triste.

Luego le fue cómodo, lucho contra quien se le vino encima, y gano, mientras sus compañeros caían sin pelear, derrumbándose en decenas, bajo las espadas de las huestes blancas, presenciaba la tala de un ejercito ya muerto desde adentro. Por el número que lo enfrentaba retrocedía paso a paso. Exhausto miro como en el campo, en el estrecho margen de las montañas y el mar, eran extintos sus compañeros que no se defendían, de rodillas y con sus manos vacías, sus miradas perdidas en el arena del mar.

Su instinto le dijo que era en vano luchar, y retrocedió a la espesura de unos matorrales, sin agacharse, sin esconderse, ya cubierto por la noche y sin hacer movimiento observaba la matanza, sin ser tomado en cuenta por los fantasmas blancos, retrocedió sin temor y dio la espalda, desde lo alto del risco, observo la imagen grotesca, sin hermanos vivos, giro y comenzó a caminar por instinto, por el camino que sus pies conocían. Deambulando por las comarcas, le tomo días volver a Natalma, una tarde se detuvo frente a la puerta destrozada de sus padres.

Su madre recibió a un fantasma, sabia que debía estar feliz por el regreso inesperado de su hijo, al cual lloraba desde que partió, pero él, en realidad no volvió, el que regreso no era él, si no su sombra, con los ojos negros, herido y rengueando, desaliñado, pero con la espalda recta. No, no era él, era su amado esposo; su abuelo, y otros fantasmas que ella había alimentado y dado abrigo, que habían vuelto así y un día no regresaron más.

Sabia que no podía abrazarlo, su silencio y su mirada huidiza no se lo permitía, ella sin sonreír, y en un rincón comenzó a prepararle, con las manos lánguidas, comida y el abrigo, para la que sabía sería su pronta partida.

20080124

Natalma I: Guerra Civil en la ciudad fantasma.

Salía más seguido que de costumbre el sol en la ciudad de Natalma, a pesar de su pobreza, en sus callejones grises y pequeñas ventanas, se respiraba un cierto aire de alegría, con los recientes logros después de la zozobra.

La ciudadanía, en su tranquilidad, ya proyectaba como superar futuras dificultades en las próximas siembras y cosechas, en la búsqueda de nuevas tecnologías, y la manera cercana de comenzar a terminar los proyectos inconclusos, existía un tenue estado mínimo de esperanza.

A pesar de ello, en lo más íntimo de su gobierno central se gestaba una nueva prueba para la ciudad. Comenzó sin mediar provocación externa, las condiciones para que estallara un nuevo dolor se estaban acuñando hace tiempo en su propio corazón.

Por un lado una casta de fantasmas generales atiborrados de medallas, sin pasar por ninguna guerra o conquista, había provocado un resentimiento inespecífico en su moral. Con un deseo permanente de volver a movilizar un cuerpo de conquista, con muchos generales sueños, líderes de exploración, deseosos de cumplir con sus leyendas de conquistar tierras, que siempre fueron negadas, se había instalado un resentimiento de no tener lo que se añoraba, de generación en generación, en los cuarteles.

Y en el otro extremo, en una oposición aún ciega, conformada por una estirpe de líderes y ministros blancos, que estaban aceptando y proyectando una patria basada en la Integridad, y un conjunto de iniciativas comunes. Era, en definitiva para ellos, aceptar el territorio y los sueños que estaban situados en él. Ellos eran los responsables de los recientes pequeños logros, pero recurrentes en la Natalma. Así en varios lustros se fue desarrollándose en los dos ámbitos antagónicos, una tensión agresiva de maduración lenta y dura.

A los Blancos, el poder así les fue traspasado otra vez, no fue difícil reelegir al primer ministro, llamado Roma, que recién ascendido o validado, gobernaba desde el palacio desde el enfoque blanco; avanzando en varias obras, pero heredando viejas heridas. Su ministro de desarrollo, Rafael, filosófico y elocuente, había instaurado políticas de progreso, mostrando o consolidando a pesar de las limitaciones de recursos y capacidades, una cierta mística que comenzó a despegar la neblina de ciertos territorios que aparecieron cercanos.

Ursus



En los tiempos actuales, se comentaba incluso la llegada de visitas ilustres, recibidas con honores en palacio, venidas de extrañas comarcas; que antes parecían lejanas, se decía que traían mapas y papeles de territorios cercanos, mostraban una posibilidad de hacer operativos conjuntos, nuevas alianzas, y una extensión de los territorios.

El general Ursus, general fantasma oscuro y frío, a través de sus contactos tuvo acceso soterrado a los mapas y escritos que traían los extranjeros, confirmando las visitas con los espectros del palacio, y reuniéndose con otros generales sueños, que agotados por ser desplazados por mucho tiempo, vieron su oportunidad, amplificando aún más la información, y se comenzó a gestar la preparación para la conquista y así extender, sin medir las consecuencias, el territorio; obtener lo que en las mesas de dibujo, aparecía como la tierra prometida.

Los generales fantasmas intuían que bastaba una confabulación con el ministro de guerra, Gaderian, fantasma ambicioso y voluble, que habitaba en palacio, para tener la venia del Primer Ministro.

Aún sin tener confirmación visual, con las coordenadas difusas y con exiguos datos como que las nuevas tierras las situaban en el sureste, sumado a la constante neblina en la frontera no hacia más que solo creer más en lo mapas y en los rumores de los sirvientes del palacio; el cuerpo de generales tomo la decisión de lanzar una avanzada de exploración, guiadas por Ursus, reclutando sin aviso a los jóvenes de la ciudad.

Tinieblas


El movimiento de los ciudadanos más jóvenes, hacia la frontera, reclutados por el ejército, provoco una profunda irritación en los ciudadanos, y esta situación llego al comité de los ministros blancos, que vieron desplazarse recursos en una decisión que no se había tomado en el palacio.

El ministro de desarrollo, Rafael, solicitó entrevistarse con el primer ministro, pero noto en su silencio y semblante, que él ya había tenido una conversación con el ministro de guerra, sin decir palabra había aceptado el envió de una parte de la tropa más joven, guiada por Ursus.

Ante el revuelo y la indignación en las calles que provoca la decisión de los generales, el ministro de desarrollo, pidió una declaración del primer ministro. El primer ministro en una larga noche de duda y sin conciliar el sueño, mirando desde su balcón, la plaza, la ciudad, y las tierras hacia el sureste; con pocas consultas a su sirviente; solicitó el regreso de las tropas que habían partido.

El general Ursus, que guiaba la exploración se negó a volver, y con las tropas agotadas siguió la marcha forzada, y aún más rápido, dada la orden de palacio. Esto hizo que la los agentes blancos y la ciudadanía se tomaran los cuarteles, y las plazas, y estuvieran en un paro indefinido frente al palacio.

Los generales, que se habían quedado, leales a general Ursus, y que aún no aceptaban que el primer ministro no dejara ir a todas las fuerzas a la conquista de la tierras, que profundizaba su impotencia por no participar en una batalla ganada, se dejaron caer sobre los líderes blancos que cerraban el acceso a los recintos, y comenzaron los primeros enfrentamientos encarnizados en la periferia de la ciudad.

Al mismo tiempo, las tropas de avanzada se acercaban a la frontera, aguijoneados por una silente aprobación del primer ministro, atravesando los campos, buscando y cruzando los escarpados pasajes entre las montañas, agotados, hambrientos y heridos.

Corazón Yermo


Pero fue dentro del palacio, en sus corredores, pasillos tenues y salas más alejadas, que comenzó la lucha de poder final, de quienes representaban a Ursus y el ministro de guerra, Gaderian, en palacio; y los que acompañaban en el gobierno al primer ministro, en especial Rafael.

La elite de líderes blancos, y su desaprobación basada en la certeza del destino de recursos a una guerra que dejaría proyectos internos detenidos, y sin la confirmación de la existencia de esas tierras abría ciertamente, un riesgo de una resistencia o una contraofensiva a tamaña invasión; de cualquier manera, para ellos, era una aventura. La violencia y la agresión se desato en el palacio, a metros de la sala del primer ministro.

Y paso a las calles, las revueltas, las agresiones, llegaron a la plaza mayor, a la aparición de viejas y poderosas armas, de todas las armas, todas se desfundaban; y peor aún, lo que en todas las guerras internas sucede con dolor, las armas y tácticas más letales, eran usadas contra los propios conciudadanos; el ensañamiento entre hermanos suele caracterizarse por infringirse heridas profundas y pareciera, con mayor alevosía que un enemigo externo; y relucen espadas en la noche de la soledad, artillería de tristeza, y caballería de rabia, que no fueron pensadas para ser usadas contra nuestros propios hijos.

Llueve en las horas más oscuras, y se desangra la Natalma, en varias batallas nocturnas, con matanzas y destrucción, desaparecidos; y en palacio, el primer ministro observa desde su ventana, inmóvil en silencio, pero con su decisión central ya tomada.

Océano


Ursus, pasmado, no podía cerrar la boca, sus guías solo lo miraban a él, incrédulos; y sus huestes detenían sus armaduras y sumergían los pies en el agua. Habían llegado al mar, ya no había más tierra al sureste, parecía ciertamente que nunca la había habido. No estaban en los mapas borradores, no habían confirmación en los rumores del palacio, solo soledad en la noche, con una patria que a lo lejos se desangraba.

El abatimiento de las tropas fue enorme, algunas unidades incluso entraron al mar, con la sola meta de sumergirse en la noche brumosa. Ursus, de rodillas lloraba con sus cartas en las manos, rodeado de sus leales. En la confusión, no advirtieron que el primer ministro, ante su desobediencia, había enviado a sus huestes blancas de confianza a exterminarlos, conformada por ciudadanos armados, en un ataque por la espalda y aprovechando la sorpresa de la oscuridad. Fue breve y nítido, tampoco fue una batalla frente al mar, fue más bien como los fantasmas blancos en emboscada, se hicieron de la muerte del ejercito rendido de la ciudad, y solo sosteniendo la vida de Ursus, para enfrentar cara a cara a Roma.

La noticia llego pronto a Natalma, aunque los incendios continuaban, y no había almas en los callejones irreconocibles por la destrucción, se respira la paz de la decisión del primer ministro, pareciera que la ciudad dormía cansada.

Ursus llego antes del siguiente amanecer, abatido, en sus propios pies, con una profunda tristeza pero manteniendo su orgullo. Fue encarcelado sin ver visto, pero nunca vio al primer ministro, a parecer fue muerto por una visita no autorizada, dicen que extranjera. Esos son los rumores de palacio, porque nunca se confirmo su suicidio. Lo poco que llego de sus últimas palabras, mientras era apresado, era que las tierras estaban, y que solo no fue capaz de encontrar el paso para llegar a ellas, que nunca reconocería que había cometido un error, porque los mapas y las cartas existían, aunque solo a él llegaron bosquejos.

La ciudadanía respiraba en paz, la ciudad ya sin ejército, había disipado el último temor que podría dañar su deseo de una muerte tranquila. Comenzaba la reconstrucción.

Quimera


Una noche, muy tarde, el primer ministro, miraba por su balcón a lo lejos con la mirada perdida en el horizonte, su sirviente personal al verlo, se acerca preocupado, lo mira y le pregunta: - Señor ¿ que observa?.

Roma agacha su cabeza, se introduce en la oscuridad de su habitación, y le indica: - necesito dormir, hermano mío- y se recuesta mecánicamente en su cama. El sirviente, aún en el balcón, busca en el horizonte diáfano; en la dirección de la mirada de su señor, y descubre más allá del mar, bajo la luz de la luna, una tenue mancha oscura con suaves ondulaciones de un tono verde; tierra.

El sirviente, agacha su cabeza por un momento y antes de salir de la sala del ministro, sin girar la cabeza, le dice en un tono que apenas se escucha: - dulces sueños, señor-.

Cuento por Omar Cid Maureira

20080117

Herida Fantasma


Creo que por un tiempo, escudriñando en varios próceres del fantasmeo, me da la leve impresión que las heridas o cicatrices del alma son las que más perduran, las que de alguna forma configuran nuestra esencia fantasmal, la que más constituyen nuestro perfil.

Esta formación puede derivar en, buscar como rescatar como fantasma a otros de similares tormentos, o por otro lado en ser fantasma en la máquina, que desde la inconsciencia hacemos daño, tanto o más como creemos que nos han hecho a nosotros.

Pasa el tiempo en esta comarca espectral, y como somos fantasmas, el tiempo también lo es, dependiendo de nuestras heridas, somos un tiempo largo y condenable, o por otro los años son segundos, y no hallamos parados al encuentro de nuestro fin.

En todo este tiempo, nuestro cuerpo cambia, se renueve físicamente, pero un código secreto, una clave de millones de letras, lo sostiene en sus sus alegrías y también en sus heridas,mantiene nuestra confirguración.

Podemos agradecer a las heridas, porque nos llevaron por donde quizá no hubiéremos ido, o querido ir; descubriendo un paisaje que solo el desafió y la búsqueda nos dieron, o por otro, quedar atrapados revolviéndonos y haciéndonos cada cierto tiempo una herida en el mismo lugar que la anterior, porque ellas nos constituye la identidad fantasma, y sin ellas ya no somos. Nuestra mayor herida.

Y donde habita esa cicatriz?, esa pequeño recuerdo que según el clima nos recuerda dolorosamente y en silencio lo que no fuimos, lo que quisimos ser, lo que no advetimos, en los que fuimos ciegosordos. En donde esta?, habita en nuestra piel, en nuestros organos, en alguna proteina, en la figura delicada de la inexistencia.

Ahí esta, inquietande,esta dentro buscando ser abierta, para ser rosada, rota, para que se nos escape la vida, porque así con heridas abiertas, podemos justificar que vivimos para morir; o a pesar de las heridas o gracias a ellas, estamos dando sombra y fruto. No tengo respuesta.

Una rosa y su espina, una mano apresurada se hiere, cree que la belleza esta en la flor, y no ve que en realidad esta en la herida.

20080113

No hay segunda sin tercera


Para cerrar el capitulo dancístico.

Bailar



El misterio de un fantasma como yo, es la música, ese orden matemático, en el tiempo, que permite que los sonidos tengan una armonía fantasma, que se conecta con todo lo que ese espíritu a mi no me hace más que tener ganas de ensoñar, relajarme, fantasear y en especial de bailar.

Bailar como sea, mal o bien, a pesar de la falta de técnica, pero deseando seguir la música, y su código fantasmal, recrea un cuerpo que tampoco existe, y quien esta y desaparece en cada paso, recrearse, inventarse, y nos es broma que cuando digo: bailar es desarrollo personal.

Bailar, la ritmo que no desea un corazón, al ritmo que desea los músculos alegres en un esqueleto triste, como deseando regresar a estar en la comunidad, y celebrar la caza, cosecha, el nacimiento y la muerte.

20080109

De vuelta de viaje



No suelto, pero con cohete de regalo de por medio, debo regresar ha ver mi mundo en Concepción, volver a la base, y desde ahi volver a mis satelites, es un esfuerzo mayor, pero espero acercarme a mis sueños, pero busco primero estar con mi gente, porque no es bueno tanto viaje solo.

Desde Concepción quiero recrear un ambiente que me permita y me aleje de lo que he venido aceptando en mi vida y no quiero.

20080108

Espejo en el Desierto



Estuve semanas perdido, los últimos días peor, mucho peor, comenze a correr (lo que no se hace en esta vastedad) y claro tropeze en un espejo y cai de bruces, comi arena, pero sospechaba, hace semanas, que era un pequeño espejismo del desierto.

Y comienzo a salir, porque nunca estuve en ningún jardín, me había quedado dormido, y soñé verde, y ese sueño estaba en mi, hace semanas, meses y años, como el espejismo, quiero sostenerlo, porque sino yo mismo me caigo, hasta que pueda descifrarlo.

Era de nuevo yo mismo frente a mis temores, confundido hace años, y podría decir, no quiero seguir ahí, pero desde mis temores me he construido. Y parezco un extraviado, y lo único que he perdido es el miedo. Era yo mismo en mi mayor prueba, una esencial, y quede sentado en la arena, si saber donde mirar.

Este desierto fantasma tiene su magia, su misterio, ocupa un amplio espacio, que se agranda cuando estoy en él. No basta con las declaraciones, he hecho malas declaraciones. Espero aprender. Este desierto no desaparece por si solo, solo por instantes en los sueños.

Debería sonreír, porque puede ser peor. Asi me lo dice el fantasma mayor.

Debería sonreír, y solo me aparece una mueca, que aprendí hace decadas para sobrevivir, cuando senti por primera vez que Ël no estaba en mi.

Alegria fantasma



Alegría, fantasma¡, podría ser peor, alegría fantasma desde la esencia más triste.
Alegría, como para sondear el mundo, para no dormir.

Por unos instantes, eternos y dulces, me sentí en el jardín, invitado a estar y me lo decía con desden; estoy bien pero ya se me va ha pasar.

En un hermoso jardín inesperado, de amplio verde hasta donde se esconde el sol, y ahí estoy pasmado, sonriendo como si estuviera vivo. Fantasía.

Con los ojos en el desierto otra vez, quizá para no volver, se debe sonreír. La condena de un fantasma es sonreír, buscar, sin poder.

Tomare tiempo y un suave aroma de un jardín secreto, para cruzar, por un tiempo más.
Fantasía de fantasmas, solo la soledad del que esconde un viejo sueño de morir.

20080105

Cinema Paradiso II



Debo comenzar este año 2008, con cinema paradiso, con una pelicula que revive en mi los viejos sueños, que reaparecen en nuestra vida como exigiendo, doliendo. O ya no eres, ya no fuiste, y te agarra la nostalgia, y quieres hacer, y estas con un corazón de 15, con un cuerpo de 37. O tienes una segunda aportunidad, tienes una segunda senda que puedes tomar.

Esencialmente es un pelicula real, viviente, y es una pelicula, que se refiere a lo que no fue, o lo que no puede ser. Y ahi esta. Y me veo en la pelicula, como dominado. En que musica estoy, escuchando vieja música, para bailar, escuchando para atras.

Y vuelves y reconoces que es una pelicula que tu construy es, que puedes, que si pierdes es por que no hiciste nada, porque no fuiste, y no lo has aceptado y no te has perdonado.

Y eres el director de tu pelicula, una pelicula en la que puedes hacerla bien y reencontrarse y hablar, y conversar, dialogar desde la verdad, desde la sinceridad, hablar desde donde somos ahora, no como no fuimos, no como debieramos ser, sino como somos, que queremos ser, porque queremos de alguna forma estar juntos, por que de alguna forma ya nos queremos (no es menor, ya nos queremos, yo lo siento así, la gran pérdida en esta pelicula en conversar y en no aceptar lo que es), y no podemos perder esto, entonces como conversamos para no hacernos daño?, como conversamos para ser felices?, entonces eso es ahora,y te atreves?, y puedes cuidar y cuidarte?. ¿cuanto daño estariamos dispuestos a hacernos?; ¿por cuanto tiempo?, ¿cuanto nos vamos a querer?.

Conversemos, medios despiertos de los sueños, pero conectados con la realidad que hemos contruido a partir de ellos.

(Gracias Pablo Reyes, relampago en el bosque)